Álvaro Rivera Larios
Le devuelvo su misma pelota a Geovani Galeas: como Mayo Sibrián está muerto y dado que nunca fue juzgado por nuestro sistema judicial, Mayo Sibrián es inocente.
Empleo los mismos argumentos con que Galeas le limpia el rostro al Mayor D´Aubuisson.
Tan puntilloso con los testimonios que culpan al Mayor, Galeas no se priva de atribuirle “centenares de víctimas” a Mayo Sibrián, el ogro del frente paracentral (Galeas también tiene sus monstruos).
Da igual si fueron diez o cien las víctimas del ogro, pero el rigor periodístico exige darle un respaldo a las cifras y Galeas no se lo da. La suya es una suposición y seguirá siéndolo hasta que no haya un estudio serio y contrastado del caso.
Por un lado recomienda que no demos un carácter de certeza a las suposiciones que rodean al Mayor y por otro le da carácter de certeza a una cifra supuesta: la de las “centenares” de víctimas de Mayo Sibrián.
No, no defiendo a Sibrián, sólo trato de radiografiar las incoherencias de un articulista.
Al distinto trato que les otorga a uno, D´Aubuisson, y a otro, Sibrián, se le podría llamar falta de método. Pero tales carencias, cuando son recurrentes, revelan un estilo de pensamiento que yace atrapado en las inquinas ideológicas.
Tendemos a utilizar a las víctimas de ambos bandos como armas políticas de lucha. Las víctimas del Mayor sirven para desgastar a Arena y las de Mayo Sibrián para atacar al candidato del Frente a la vicepresidencia. ¿Nos interesan las víctimas realmente? Lo dudo.
Detrás de Sibrían había una organización y un tejido de responsabilidades y, de forma análoga, detrás del Mayor había una poderosa infraestructura. Pedir que se clarifique una de tales redes, mientras se aducen razones de estabilidad política para no escarbar en la otra, es un ejemplo de incoherencia argumentativa y de sesgo partidista e ideológico.
No vamos a pedirle ponderación analítica a quien aparenta tenerla como un subterfugio retórico que veladamente da cauce a valoraciones subjetivas.
La verdad y las víctimas deberían ponerse al margen de los aspectos más burdos de nuestra lucha partidista. Si las sacamos al ruedo, haríamos bien en hacerlo de una forma ponderada. Las víctimas de Sibrián y del Mayor reclaman que salgamos del círculo vicioso de las repeticiones y las incoherencias.
Empleo los mismos argumentos con que Galeas le limpia el rostro al Mayor D´Aubuisson.
Tan puntilloso con los testimonios que culpan al Mayor, Galeas no se priva de atribuirle “centenares de víctimas” a Mayo Sibrián, el ogro del frente paracentral (Galeas también tiene sus monstruos).
Da igual si fueron diez o cien las víctimas del ogro, pero el rigor periodístico exige darle un respaldo a las cifras y Galeas no se lo da. La suya es una suposición y seguirá siéndolo hasta que no haya un estudio serio y contrastado del caso.
Por un lado recomienda que no demos un carácter de certeza a las suposiciones que rodean al Mayor y por otro le da carácter de certeza a una cifra supuesta: la de las “centenares” de víctimas de Mayo Sibrián.
No, no defiendo a Sibrián, sólo trato de radiografiar las incoherencias de un articulista.
Al distinto trato que les otorga a uno, D´Aubuisson, y a otro, Sibrián, se le podría llamar falta de método. Pero tales carencias, cuando son recurrentes, revelan un estilo de pensamiento que yace atrapado en las inquinas ideológicas.
Tendemos a utilizar a las víctimas de ambos bandos como armas políticas de lucha. Las víctimas del Mayor sirven para desgastar a Arena y las de Mayo Sibrián para atacar al candidato del Frente a la vicepresidencia. ¿Nos interesan las víctimas realmente? Lo dudo.
Detrás de Sibrían había una organización y un tejido de responsabilidades y, de forma análoga, detrás del Mayor había una poderosa infraestructura. Pedir que se clarifique una de tales redes, mientras se aducen razones de estabilidad política para no escarbar en la otra, es un ejemplo de incoherencia argumentativa y de sesgo partidista e ideológico.
No vamos a pedirle ponderación analítica a quien aparenta tenerla como un subterfugio retórico que veladamente da cauce a valoraciones subjetivas.
La verdad y las víctimas deberían ponerse al margen de los aspectos más burdos de nuestra lucha partidista. Si las sacamos al ruedo, haríamos bien en hacerlo de una forma ponderada. Las víctimas de Sibrián y del Mayor reclaman que salgamos del círculo vicioso de las repeticiones y las incoherencias.
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