ACONTECIMIENTOS SALVADOREÑOS EN ESA EPOCA
El 1o. de Marzo de 1927, el doctor Pio Romero Bosque inaugura un nuevo periodo presidencial de cuatro años, impuesto por el nepotismo de los Meléndez para continuar el mismo régimen político despótico; el doctor Romero Bosque, casi desde el principio de su gobierno, pone en práctica su sagacidad y su espíritu de independencia. En sus primeros actos públicos, dio demostraciones palpables de ruptura con el gobierno, aunque no con la oligarquía. Levantó el estado de sitio, que había durado los cuatro años del gobierno anterior; propició hasta cierto punto la vigencia formal de las libertades y derechos democráticos; y propugnó algunas medidas de carácter social. En suma, realizó una gestión un tanto diferente a la del régimen "dinástico" de los Meléndez. Sin embargo, a la par de los breves pasos democráticos, adopta medidas anti populares cuando el movimiento de masas cobra más fuerza. Entre 1927 y 1928, y como resultado de las luchas de "La Regional", se dictan leyes de carácter social: "Ley de Protección a los empleados de comercio" (31 de Mayo de 1927); "Ley de Registro de Agrupaciones Obreras y Gremiales" y "Decreto de Creación de Juntas de Conciliación" (para dirimir conflictos obrero-patronales) (15 de Junio de 1927); y "Ley de Horas de Trabajo" (13 de Junio de 1928). En virtud de esta última ley, que entró en vigencia hasta el año siguiente, se decretó la jornada de ocho horas, Desgraciadamente y como era de esperarse, la ley no abarcó a los trabajadores del campo.
1928
En 1928 Martí sale a New York, donde toma contacto con la dirección central de la Liga Antiimperialista de las Américas, en una asamblea donde discutían la situación y participación solidaria de la organización con el pueblo de Nicaragua ante la invasión Yanqui, Farabundo se ofrece a ir a combatir al lado de Sandino y las Ligas Antiimperialistas le encargan viajar a Nicaragua como su representante ante Augusto César Sandino, y ante las brigadas antiimperialistas que lucharían junto a Sandino. En la primavera de 1928, Agustín Farabundo Martí se sitúa en Nueva York, sede de la Liga Anti-imperialista. Un asalto policial al edificio donde se alberga esta organización internacional, encuentra a Martí dentro de sus oficinas y sufre un corto arresto. Después de este contacto y el consiguiente incidente, regresa a El Salvador (1928) para una corta estancia, lo estrictamente necesaria para preparar viaje a Las Segovias, a fin de incorporarse a las huestes guerrilleras de Augusto César Sandino. Martí parecía estar poseído por la irresistible fuerza de un deber imperioso. "La Regional", dentro de su acción anti-imperialista, había tomado la decisión de enviar a Nicaragua un contingente humano en apoyo a la lucha que libraba el general Sandino contra el agresor yanki. Además, "La Regional" ayudaba, a su paso por El Salvador, a los latinoamericanos que se dirigían a Nicaragua y, a la vez, recibía a no pocos heridos de guerra que pasaban con destino a México.
En una convención de trabajadores que se da en El Salvador, a Farabundo Martí lo nombran en una asamblea de trabajadores, como responsable de una Brigada de 5 combatientes salvadoreños (José Adán González ,Luis Mariona y Guillermo Ajuria y otros dos compañeros) que lucharan junto a Sandino, pues Farabundo ya había estado deportado en Nicaragua y conocía los contactos y las vías de acceso, y al mismo tiempo estaba nombrado por las Ligas Antiimperialista como su representante en Nicaragua.
En carta dirigida desde el campamento guerrillero de Sandino. Martí comunica que el 22 de Junio de 1928 se había incorporado al Ejército Defensor de la soberanía Nacional de Nicaragua, Llegó acompañado de los salvadoreños José Adán González ,Luis Mariona y Guillermo Ajuria. Sabedor Martí de que en El Salvador hay muchos que desean combatir al lado de las fuerzas sandinistas, en su carta detalla la forma de hacerlo, subrayando que "en el viaje no se necesita más que serenidad ante los miedos en que hacen caer las versiones que corren en Honduras" (sic), país de tránsito obligado para todo aquel que desea incorporarse a las huestes guerrilleras.
De conformidad al testimonio del general Carlos M. Quezada, del estado mayor del ejército de Sandino, Agustín Farabundo Martí, tomó parte en acciones de armas y llegó a ser rápidamente el secretario de confianza del gran patriota nicaragüense. Un periodista de la época, vinculado con el movimiento libertador de Nicaragua, dice que Martí con su competencia, ayudó al "General de los Hombres libres". Esta ayuda se concretizó en el desarrollo de las relaciones internacionales del movimiento sandinista, logrando despertar y mantener la atención de varios gobiernos del mundo sobre la lucha desigual librada por un puñado de heroicos combatientes contra el poderío norteamericano. Por su distinguida participación en el movimiento, Martí fue investido con el grado de coronel del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua.
Farabundo Martí mostró en los hechos su arrojo antiimperialista, tanto con el fusil como con la pluma. Fue miembro del Estado Mayor Internacional de Sandino, y Secretario Privado del héroe nicaragüense. En cierta ocasión Martí se encontraba escribiendo y los invasores yanquis bombardeaban persistentemente las posiciones sandinistas, Martí, en actitud de coraje y decisión, dejó la máquina de escribir para empuñar el fusil, diciendo indignado: "cuando la historia no se puede escribir con la pluma, se escribe con el rifle". Acto seguido se parapetó en la enramada de un árbol de la selva para abrir fuego contra los aviones de la piratería yanquis. ..y ahí en la Segovia Farabundo tubo una novia llamada María, dijo alguien.
A fines de septiembre de 1929, Sandino había tomado la decisión de enviar a Martí a las Segovias en una misión desconocida, supuestamente a abrir otro frente de guerra. Sin embargo, días después de una reunión de los mandos de dirección sobre el rumbo a tomar de la lucha, y se da la separación de Farabundo y Sandino. Para algunos el periodo de estar en Nicaragua se le había terminado, para otros que debido a la lucha reivindicadora de las masas en El Salvador, se necesitaba a Farabundo en el Interior. Martí salió desde Nicaragua rumbo a la ciudad de México, donde dio a conocer en la asamblea general del Socorro Rojo sobre la lucha de Nicaragua y el General Sandino. En México lo nombraron el Líder Latinoamericano del Socorro Rojo Internacional, que habían enviado brigadas a Nicaragua. Esta organización había nacido en los años veinte por impulso de la III Internacional para enfrentar al fascismo entonces incipiente. Entre sus dirigentes formaron parte mujeres antifascistas tan conocidas como la alemana Clara Zetkin, la italiana Tina Modotti y la rusa Elena Stasova. El Socorro Rojo Internacional entronca, entonces, directamente con la historia del movimiento comunista y antifascista internacional, alcanzando pronto un gran desarrollo en todo el mundo, en el apoyo político, jurídico y económico a todos los presos políticos y perseguidos, sin diferencias ideológicas o partidistas. En organizar apoyo solidario y humano hacia la lucha nicaragüense, permanece en México, y en Mérida atendieron muchos heridos desde Nicaragua. En octubre de 1929, y estando en Mérida, república de México, con la mirada en la insurrección de El Salvador Martí se separa definitivamente del general Sandino. Permanece en México hasta junio del siguiente año, cuando fuera expulsado por el gobierno mexicano.
Para algunos: Martí se unió a las huestes guerrilleras de Sandino, evidentemente por la lucha anti-imperialista que este libraba con enorme patriotismo. ¿Quiso Martí por comisión de la liga Antiimperialista o por propia decisión imprimir al movimiento sandinista un objetivo que fuera más allá de la derrota del agresor yanki y de su consiguiente expulsión de Nicaragua? ¿Pensaba que la victoria en defensa de la soberanía, sería una etapa de la revolución que necesita no sólo el pueblo nicaragüense, sino también los demás de Centro América? Estas interrogaciones quedarán pendientes mientras no se tengan los datos históricos del caso.
Lo cierto es que la fecha de la fundación del Partido Comunista Salvadoreño se había llegado y Farabundo debía estar ahí.
1929
En 1929, "La Regional" participó en el Primer Congreso Sindical de los Trabajadores Latinoamericanos, celebrado en Montevideo, Uruguay. De esta reunión internacional surgió el acuerdo de creación de la Confederación Sindical Latinoamericana (CSLA).
Vocero oficial de la FRTS fue el semanario "El martillo", en el cual se denunciaban se denunciaban la explotación a que eran sometidos los trabajadores y las arbitrariedades de las autoridades. Se planteaban, asimismo, los aspectos fundamentales de la lucha reivindicativa. Es precisamente esta situación, caracterizada por la intensa lucha de masas, la que Martí conoce y a la cual se vincula en cuerpo y alma, cuando llega a El Salvador en 1925, expulsado de Guatemala y luego de su segundo y corto exilio en Nicaragua.
De 1925 hasta principios de 1928, la Federación Regional de Trabajadores de El Salvado, conoce la febril actividad de Martí. Se destaca como organizador y agitador. Nunca tuvo dotes de orador, aunque su palabra, en sus contactos personales, fue siempre persuasiva y movilizadora de conciencias.
Durante el gobierno el gobierno del doctor Romero Bosque (1927 - 1931) el movimiento sindical llega a abarcar a los trabajadores de la ciudad y a los obreros agrícolas. Se crean sindicatos en las ciudades, pueblos, fincas, etc, Además, a los campesinos pobres y acomodados se les organiza en ligas campesinas y cooperativas. Esto constituyó una conquista muy importante. El movimiento campesino adquirió proporciones no igualadas hasta el momento. La consigna central de "La Regional" fue la lucha por la reforma agraria democrática, considerando como tal el reparto de tierras a los campesinos, la destrucción de los latifundios y la erradicación de las formas feudales de explotación; el desarrollo del crédito agrícola, la proporción de ayuda técnica y de abonos, de semillas e instrumentos de labor. Tales eran las reivindicaciones más sentidas y cuya realización se anhelaba a fin de elevar el nivel de vida de los campesinos y abrir el camino de la industrialización nacional.
En los primeros tiempos, el gobierno del doctor Romero Bosque respetó los derechos democráticos. Los obreros se organizaron sin dificultades.
1930
Los nueve años anteriores al aparecimiento del P.C.S. constituían apenas un pequeño lapso histórico caracterizado por intensas luchas reivindicativas de las masas, que si bien es cierto que fueron predominantemente económicas, sirvieron para acumular valiosa experiencia política aunque no la suficiente para conducirse certeramente en la situación revolucionaria que se planteó en 1932. Durante esos nueve años, los dirigentes de los movimientos populares, así como fuertes sectores de las masas, experimentaron en forma directa que la respuesta que se daba a sus demandas, cada vez que eran planteadas, era corrientemente la violencia organizada por la oligarquía y ejecutada por su brazo armado; el ejército y demás cuerpos represivos. De allí que se hiciera convicción de que ya no bastaba con la práctica de una lucha económica en los dominios de una oligarquía sorda y siega que perpetuaba y aún perpetúa, relaciones de producción que se oponían, y aún se oponen, al desarrollo de las fuerzas productivas.
La lucha resultaba ineficaz e impotente frente a una economía dependiente del imperialismo y en la que subsistían fuertes remanentes feudales en el campo, como decir la existencia de un numeroso sector de mozos-colonos superexplotados, el trabajo gratuito de éstos para los terratenientes, el pago con piezas metálicas amonedadas (fichas) por los hacendados y que solo tenían valor en las tiendas de raya ,etc. Se imponía la necesidad histórica de un partido clasista que propusiera el cambio de estructuras.
El P.C.S. surge, pues, en la cresta de la gran ola de movimientos de masas urbanas y rurales. Es digno de señalarse, a fin de que los juicios en torno al movimiento de 1932 reúnan el mayor grado de objetividad y sean de veras críticos, que en la masa obrera urbana predominaban los artesanos que laboraban en pequeños y medianos talleres. Algunos de estos últimos, por ejemplo, los de zapatería, llegaron a tener, en momentos de gran producción, hasta doscientos trabajadores. El predominio de artesanos, muchos de los cuales trabajaban por cuenta propia en míseros talleres hogareños, es explicable por el bajo desarrollo industrial de la época. El proletariado, en sentido estricto, estaba representado por los obreros de las pocas fábricas textiles y por los trabajadores del transporte. A pesar de que el proletariado en nuestro país era menos que incipiente, hubo un logro altamente positivo que precisa recalcarse, recalcarse, recordando una expresión de Lenin: se despertó en las masas la aspiración a un pensamiento político independiente y a una actuación política independiente.
A mediados de 1930, aun con orden de captura, Martí regresa expulsado de México a El Salvador con la calidad de representante del Socorro Rojo Internacional ante la sección de esta organización, que ya funcionaba en El Salvador. Con la presencia de Martí, este movimiento mundial de solidaridad revolucionaria y de ayuda a las víctimas de la reacción nacional e internacional, cobró un gran impulso, ganando entre las masas salvadoreñas mucho prestigio y fuerza. Fungia como Secretario General del Comité Ejecutivo del S.R.I., Sección de El Salvador, al camarada Ismael Hernández. Martí se reincorporaba a las tareas revolucionarias en momentos de una grande y tensa lucha de masas. Esta se desarrollaba en el marco de la crisis mundial desatada desde octubre de 1929, la cual había venido conmoviendo los cimientos del régimen político y social salvadoreño. Agustín Farabundo Martí llega a ser en corto tiempo la figura central en la lucha popular y de la clase obrera organizada, dirigida por el Partido Comunista y la Federación Regional de Trabajadores de El Salvador, ya que la corriente, por decirlo así, del S.R.I. se incorpora al PCS (O ya era parte desde el principio). Con Martí, Su poder de persuasión logró atraer a las filas revolucionarias a elementos radicalizados de la clase media, entre las cuales se encontraban estudiantes universitarios que se distinguieron como excelentes activistas. De estas fechas data la incorporación a las luchas populares de los camaradas Alfonso Luna y Mario Zapata, quienes juntamente con Martí morirían frente al pelotón de fusilamiento. A la par del movimiento sindical y de las organizaciones campesinas, marchaba el gran movimiento democrático general del pueblo. Los despidos masivos en la ciudad y el campo, agravaron la desocupación crónica existente; la miseria y el hambre cundieron, como jamás se había visto antes, por todos los rumbos y paralelamente a ellas, crecieron las protestas airadas de los explotados. La irritación de la oligarquía terrateniente, frente a un pueblo cuyo movimiento reivindicador parecía amenazar sus inveterados privilegios, fue creciendo al punto que la persecución del gobierno no se hizo esperar. Los campesinos medios y pequeños, endeudados con préstamos hipotecarios, se pusieron en mora, El fenómeno fue general con la consiguiente pérdida de sus parcelas de tierra en manos de los prestamistas usurarios, en su mayor parte grandes latifundistas. Esto condujo a la mayor concentración de la tierra en pocas manos. A fin de paralizarse las ejecuciones hipotecarias, e impedirse la pérdida de las pequeñas propiedades campesinas, se levantó el clamor por una moratoria en los pagos, pidiéndose la emisión de una ley a ese respecto. Sin embargo, el gobierno no escuchó la justa y a la vez desesperada petición, dejando que el proceso siguiera su curso sin ningún obstáculo. Por otra parte, las acciones represivas, amparadas por leyes amañadas, se pusieron en práctica. El 12 de agosto y el 30 de octubre de 1930, fueron emitidos sendos decretos con el propósito de prohibir reuniones de los trabajadores, la agitación y propaganda comunista, así como la impresión y circulación de prensa obrera, autorizando al Director de Correos para decomisar impresos y correspondencia sindical, nacional y extranjera. Al mismo tiempo, se reformaba el Código Penal, estableciendo nuevas figuras supuestamente delictivas y las correspondientes penas, de prisión y multa, para los agitadores y propagandistas comunistas. También, en forma expresa, se prescribía que las organizaciones obreras y campesinas que quisieran hacer manifestaciones contra empresas, individuos particulares o contra actos de autoridad, solicitaran permiso a la policía. En base a estos decretos, que no quisieron ser observados por el pueblo, se procedió a no pocas masacres de reuniones y manifestaciones.
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