1/2/09

FARABUNDO MARTÍ EL HOMBRE QUE CAMBIÓ LA HISTORIA (PARTE 4)


La historia subsecuente al golpe del 2 de diciembre de 1931, registraría trece años de poder ininterrumpido del general Martínez, hasta que fuera arrojado por la huelga general popular, el 9 de mayo de 1944.
El 2 de diciembre de 1931 marca una etapa en la vida política de la nación, la cual se ha prolongado cerca de cuarenta años consecutivos. En tal fecha, la oligarquía renunció a gobernar en forma directa. Si antes del golpe había triunfado y consolodidado la idea política de que al solio presidencial debían ascender sólo civiles, posteriormente se impuso la idea contraria. Si antes, las oligarquías se lanzaban a la lucha por el poder, organizando partidos y movimientos electoreros que lograban, en mayor o menor medida, entusiasmar a las masas, posteriormente la oligarquía en su conjunto renunció al juego político para dejarlo a la tiranía militar. Permitió que ésta hiciera, en la medida que deseara, sus manejos imposicioncitas y fraudulentos. En pocas palabras, el poder político pasó desde el 2 de diciembre de 1931 a manos del ejército. Este se transformó, en la práctica en gran elector y en una especie de partido político permanente en armas.

El derrocamiento del presidente Araujo se efectúa en el marco de un periodo preelectoral. En enero de 1932 se realizarían dos consultas generales electorales sucesivas de importancia: la elección de Consejos Municipales en todo el país --el día 3 de enero-- y la elección de nuevos diputados a la Asamblea Legislativa --durante los días 10, 11 y 12 de enero. De manera que no resulta difícil presumir que entre otros propósitos inconfesados e inmediatos de los golpistas estaba el de frustrar o impedir cualquier triunfo de las fuerzas de izquierda en las urnas electorales.
Aunque se advertía un clima político adverso a las masas populares, debido a la imposición y fraude tradicionales, el Partido Comunista acuerda, no sin discusiones encontradas, participar en dichas elecciones. Martí desempeñaba en el periodo preelectoral un papel de agitador de primer orden. El Partido Comunista estaba consciente de que no se obtendría ninguna victoria decisiva contra el aparato impositivo electoral y el fraude. Sin embargo, consideró que la campaña electoral ayudaría a elevar el ánimo combativo del pueblo al convencerse éste por medio de la práctica política, que dentro del régimen imperante las conquistas democráticas eran un mito. El Partido Comunista lanzó un programa con objetivos máximos y mínimos, de realizaciones municipales, que logró esclarecer algunas de las aspiraciones más sentidas de las masas. En la dirección del partido se quería, además, tener una idea real de su fuerza entre el pueblo.

Llega la fecha de la primera prueba electoral, destinada a elegir los Concejos Municipales. El entusiasmo general era muy marcado. No obstante, el aparato oficial imposicionista, utilizando el terror y el fraude, logra sus objetivos en algunos lugares del país. En San Salvador, el Partido Comunista queda en tercer lugar, por escaso margen. A última hora, en numerosas poblaciones y zonas donde el Partido tenía, pese a todas las circunstancias adversas, la posibilidad de ganar gobiernos municipales, las elecciones fueron suspendidas. En las ciudades y pueblos donde el Partido ganó, las elecciones fueron anuladas. Estos hechos enardecieron a las masas en grado extremo y coadyuvaron al acelerado robustecimiento de la idea de que ante los obstáculos que neciamente se colocaban al desarrollo de la lucha pacífica, sólo quedaba el camino de la insurrección como medio para la toma del Poder por el pueblo. El periódico "Verdad", de fecha 7 de enero, que aparecía bajo la responsabilidad del Comité Pro-Diputados 1932, decía que en las elecciones "campearon el ardid, la fuerza y la inmoralidad" y categóricamente, afirmaba; "no ha habido libertad electoral", El mismo periódico, que reflejaba la línea del partido, en otro artículo de fondo, publicado en esa misma fecha, instaba al electorado a no abstenerse ante las siguientes elecciones de diputados a la Asamblea Legislativa.
No obstante los llamados contra la abstención, las elecciones de diputados se realizan en un clima de indiferencia popular casi absoluta. En San Salvador un diputado sale electo con 56 votos.
Mientras tanto, las masas de trabajadores de fincas y haciendas desarrollaban acciones de carácter económico, declarándose huelgas en varias explotaciones. La hostilidad de los cuerpos represivos contra esos movimientos contribuían a encender aún más los ánimos.
Todos estos hechos --imposición electoral, represión sangrienta, etc. -- observados en conjunto, daban la impresión de que obedecían a un plan concebido de la reacción, destinado a desesperar a las masas populares y empujarlas hacia una vía prevista: la insurrección armada en la cual dominara en gran medida, la espontaneidad.
En tales circunstancias, en que los sucesos acaecían muy aceleradamente, muchos de ellos en cuestión de horas, el Comité Central del Partido Comunista gestionó una entrevista con el general Martínez.
Según testimonio del viejo militante de P.C.S., Miguel Mármol, he aquí como se llegó a tal gestión."Después de una larga discusión en que el Partido no encontraba salida, dice Mármol, propuse en nombramiento de una comisión que fuera a parlamentar con Martínez. Esta proposición, de momento, hizo choque en la asamblea. Por lo que solicité permiso para tener un poco de respiro fuera del recinto de la reunión.

El camarada Martí habiendo consultado un libro escrito en francés, que tenia a la mano, apoyó la proposición mía amparado en lo que acababa de leer: "El Estado Mayor del proletariado (Comité Central del Partido) en ciertas circunstancias puede parlamentar con el Estado Mayor de la burguesía (su gobierno)".
Prosigue Mármol: "Con esto y otras declaraciones, el Pleno nombró una comisión de siete miembros para que se avocaran al presidente Martínez, con instrucciones de comprometerse a pacificar la huelga y a sujetarnos a ciertas medidas, con tal de que el gobierno suspendiera las hostilidades en todo el país contra el movimiento obrero y campesino y contra el partido. Para el caso, se acordó invitar a la reunión a los representantes de la prensa, Luna, Zapata y Estrada fueron de los componentes de la comisión ". Enseguida añade: Por la tarde el Pleno del Partido tuvo conocimiento de los resultados de la reunión de casa presidencial, Luna y Zapata, que fueron los responsables, informaron que la comisión fue recibida no por el presidente, general Martínez, sino por el ministro de la guerra, general Valdez, aduciendo este funcionario, recibirlos él por haber atacado al general Martínez un fuerte dolor de muelas. Agregaron los informantes que, en efecto, habían visto pasar al presidente con las manos en las quijadas viendo para donde se encontraban ellos. Que al plantearle a Valdez la misión que llevaban del Partido, que este funcionario se mostró apático, indeciso, nervioso, manifestándoles no estar facultado para resolver ningún problema; que eso fue todo. Pero que al retirarse Valdez, Jacinto Castellanos Rivas, secretario particular del presidente, poniendo sus manos sobre los hombros de Luna y Zapata, les dijo: "Más bien el gobierno no quiere llegar a ningún arreglo con ustedes; lo que procede es enfrentar la situación. Si los guardias y soldados tienen fusiles que disparar, también los trabajadores tienen machetes que desafilar".
Termina la primera quincena de enero, el Comité Central ya había tratado de trazar la línea que condujera a la huelga general insurreccional, pero le fue imposible hacerlo. La dirección efectiva y la orientación correcta de las masas en el campo, escaparon de hecho al dominio de la dirección del Partido. Los rápidos acontecimientos llevaron al Comité Central a cumplir con el deber revolucionario de no abandonar a las masas en su firme determinación de llevar adelante, sin reparar en riesgos y cruentos sacrificios, la insurrección armada. En apoyo de su decisión, el Comité Central adujo una serie de hechos objetivos y subjetivos, entre los cuales mencionamos los siguientes: el arrastre popular del Partido; el descontento general del pueblo; la existencia de importantes núcleos de soldados y clases comunistas dentro del Ejército; y la falta de consolidación del gobierno del General Martínez. La oligarquía aún no estaba de parte de Martínez y al contrario, maniobraba a fin de que la nueva Asamblea Legislativa electa pusiera en tela de juicio la constitucionalidad del golpe del 2 de diciembre y la sucesión presidencial, y nominara a otro presidente de su absoluta confianza. Por otra parte, el general Martínez aún esperaba, no con poca ansiedad y preocupación, el reconocimiento del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica.
Miguel Mármol, de conformidad al testimonio a que ya hemos hecho referencia, al hablar sobre la fecha de la insurrección, dice: "Discutiendo sobre la fecha en que se llevaría a término semejante empresa, traje a recuerdo un lienzo que viera en Moscú, en el Museo de la Revolución de octubre, en el que al discutir los bolcheviques la fecha de la toma del poder, Lenin aparece de pie y con su brazo en alto dice: "El 26 muy tarde, el 24 muy temprano, entonces el 25". Luego agregué: Para el 17 muy tarde, para el 15 muy temprano; entonces, el 16, ya que se trataba de dar un golpe sorpresivo. De acuerdo con la fecha propuesta, el Partido fijó el levantamiento para el 16 de enero a las doce de la noche". A esa altura la lucha se había incrementado en El Salvador con huelgas, protestas en todo el país contra la opresión y persecución política, el desempleo, el hambre y la pobreza. La persecución, el arresto y la deportación era algo común...Sufriendo deportaciones y persecuciones Farabundo lidera la insurrección popular de 1932.
Las decisiones tomadas por la dirección del Partido Comunista se trataba de aplicarlas como en una desesperada competencia con el tiempo. El Comité Central comisiona a Marti los aspectos militares de la insurrección, aunque el mismo organismo asume la responsabilidad total del movimiento. La fecha del 16 de enero, a pesar de que ya habia sido comunicada, se pospone para tres días después. Tal proposición no fue la única, ya que la fecha de la insurrección seria en definitiva la que por tercera vez se ordenara, o sea el 22 de enero.

Los días 18 y 19 se produjeron frustrados asaltos al Cuartel de Caballería por las fuerzas insurrectas. El gobierno decreta el Estado de Sitio y la ley marcial. Se implanta la censura estricta en la prensa. Fuertes contingentes comunistas armados atacaron los Cuarteles de Ahuachapan y Sonsonate.

Los siguientes días los alzamientos y combates se suceden en todo El Salvador, eran indetenibles. Miles de campesinos, obreros y trabajadores, portando machetes y algunos pocos fusiles Mauser asaltan cuarteles, guarniciones policiales, oficinas municipales, telégrafos, almacenes y fincas de terratenientes. Izalco que fue tomado por los revolucionarios, es recuperado por las fuerzas del gobierno. Dr. Jacinto Colocho murió en manos de los insurrectos; La primera participación de la aviación de caza en El Salvador fue en enero de 1932 en el occidente del país, donde su participación fue contra las comunidades Indígenas, la participación primera de la FAES fue limitada..


A Farabundo lo andaban buscando, ya que se les había perdido de vista y en la noche del 19 de enero, el escondite, desde el cual se hacían los preparativos insurreccionales, es detectado y asaltado por la policía. Agustín Farabundo Martí, Alfonso Luna y Mario Zapata, son capturados. Se decomisa escasos elementos bélicos en instrucciones y proclamas impresas para orientar el levantamiento. De hecho, la prensa sirve una amplia información procedente de fuentes oficiales.
La captura de Martí, Luna y Zapata, con pruebas evidentes de levantamiento, unida a los sucesos de que en regimientos capitalinos, principalmente en el Sexto Regimiento de Infantería (o Regimiento de ametralladoras) se descubriera tropa comprometida en la insurrección, y la intentona frustrada de tomarse por asalto el Cuartel de Caballería, dan base al gobierno para decretar el día 20 el estado de sitio en seis departamentos de la república. Entre éstos son incluidos los departamentos de la zona occidental, la de mayor empuje revolucionario. Antes de tomarse la decisión restrictiva de los derechos y garantías democráticas, el Ministerio de la Guerra ya había movilizado considerables contingentes de tropas regulares bien armadas a los lugares estratégicos, hecho que no pasó inadvertido para el Partido Comunista. Al mismo tiempo que se decreta el estado de sitio, se acuerda someter a censura oficial a los periódicos, encargándose el director general de policía el examen previo de todo material por publicar.

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