1/2/09

FARABUNDO MARTÍ EL HOMBRE QUE CAMBIÓ LA HISTORIA (PARTE 3)


....Los decretos en mención fueron emitidos con posterioridad a hechos que pasamos a reseñar brevemente. El 1.o de agosto de 1930, la Federación Regional de Trabajadores de El Salvador trató de celebrarlo con una manifestación, cumpliendo con la consigna de las organizaciones clasistas revolucionarias internacionales de lucha contra la guerra, tanto entre los países imperialistas como contra la guerra de agresión que los países capitalistas pretendían declarar contra la URSS. La demostración de solidaridad fue impedida por el gobierno del doctor Romero Bosque, usando medidas extraordinarias de fuerza. Más de cien trabajadores fueron encarcelados y veinte de ellos sometidos a procesos penales arbitrarios.
Las acciones callejeras no se hicieron esperar. El Partido Comunista y la Regional, encabezaron manifestaciones de protesta a las que el gobierno respondió con detenciones masivas y nuevos procesos penales. En un lapso de dos años y tres meses el gobierno del doctor Romero Bosque, llamado impropiamente "El padre de la democracia salvadoreña ", encarceló a más de 1,200 trabajadores , cuya libertad fue ganada por la actividad incansable de la Sección en El Salvador del Socorro Rojo Internacional.

El Partido Comunista Salvadoreño, rápidamente se pone a la cabeza de los trabajadores, organiza al campesinos y del pueblo descontento con los regímenes oligárquicos de entonces, regímenes sucesivos de opresión. Pero hay que hacer notar que la revuelta campesina indígena, en su mayoría no estaba controlada por el Partido Comunista.

En 1930 Farabundo era conocido en el mundo como un connotado antiimperialista.

Los cuadros del PCS vinieron a ser líderes que venían de foguearse dirigiendo el movimiento sindical obrero, indígena y estudiantil, vino a ser la unificación de los sectores más avanzados que estaban luchando en contra del régimen de aquel momento. En defensa de los trabajadores, Martí actuó valiente y decidido cuando la lucha de clase era difícil y explosiva. En diciembre de 1930 el país estaba en vísperas de elecciones presidenciales. Conocida del gobierno la incansable actividad y prestigio revolucionario de Martí, hizo cálculos de que éste constituiría un obstáculo para unos comicios que pensaba hacer a la medida de los intereses de la oligarquía. Cuando el PCS dio las primeras llamadas al levantamiento del pueblo y de la clase obrera, entonces se ordena su captura y la del camarada Ismael Hernández. A su cautiverio, ambos responden con una huelga de hambre. Después de cuatro días de ayuno son conducidos ante el director general de policía. Este hace un amanerado y fingido saludo cordial. Martí, con asco manifiesto y en forma zahiriente, lo rechaza. El director de policía ordena el retorna de los reos a sus celdas y poco después de ese incidente, Martí es expulsado una vez más del país.

MARTI DEPORTADO NUEVAMENTE

Martí fue capturado y deportado nuevamente a fines del 1930 y fue montado prisionero en el buque mercante "Venezuela" a cargo del capitán Walter N. Prengel. Este llevaba instrucciones de desembarcar a Martí en el puerto de San Pedro, California, Estados Unidos de Norteamérica, y debido a esta orden, al tocar puertos intermedios, se le encerraba bajo llave. Otros apuntes dicen que el buque iba con rumbo a Florida. El último día del año de 1930, en horas de la mañana del 31 de diciembre, Martí desembarca en su puerto de destino y permanece allí hasta el 12 de enero de 1931. Conocida por la International Labor Defensa la situación de Martí, envía representantes a fin de gestionar su ingreso legal en los Estados Unidos, mediante un recurso de amparo. Sin embargo, Martí, argumentando que cualquier amparo de las Cortes Norteamericanas liberaría al capitán del buque "Venezuela" de la obligación de conducirlo de regreso a El Salvador, no acepta las gestiones. El doce de enero Martí reembarca en el mismo buque, que ya enfilaba su proa hacia el sur, habiendo estado a despedirle los norteamericanos Jorge Mauren y Emma Butler y el español Juan Vilariño, todos miembros de la International Labor Defense. Cuando el barco toca puertos salvadoreños, Martí hace una tentativa de reentrar a su Patria pero es detenido en el muelle por la policía y nuevamente es reembarcado con instrucciones de dejarlo en territorio nicaragüense.

Este designio del gobierno salvadoreño, de entregarlo a los verdugos del pueblo nicaragüense, es abandonado ante las protestas de las organizaciones de masas de El Salvador. De manera que Martí continúa el viaje forzado, pasando por el puerto de Puntarenas, Costa Rica, en donde se le dijo que no se le permitía desembarcar. A esto respondió que no estaba dispuesto a hacerlo en otro país que no fuera El Salvador. En Puntarenas se presentó el agente de la Panamá Mail, compañía a la que pertenecía el buque "Venezuela" para manifestarle a Martí que el Encargado de Negocios de El Salvador le enviaba un pasaje para dirigirse al Perú y 28 dólares, oferta que es nuevamente rechazada. Al llegar a Balboa, Panamá, se le trasladó al barco "Colombia" de la misma compañía, nave que salió rumbo a Centro América el 28 de enero. E l capitán observó una actitud diferente, manifestándole a Martí que no estaba dispuesto a repetir los actos del capitán Prengel. De esta manera, logra desembarcar por fin en Corinto, Nicaragua, el 1o. de febrero de 1931, arribando a San Salvador el 20 del mismo mes.

Ningún de los gobiernos reaccionarios del área lo admitía en su país...En el Puerto de Corinto de Nicaragua Farabundo Martí se escapo el mismo 1 de febrero de 1931y regreso de inmediato a El Salvador ..

MARTI REGRESA A EL SALVADOR

Cuando retorna a El Salvador, las elecciones presidenciales hacia poco que se habían realizado y sólo faltaban breves días para la toma de posesión del nuevo presidente, el Ingeniero Arturo Araujo. En enero de 1931 se realizan las elecciones presidenciales en un marco de orden absoluto. Ninguno de los candidatos obtuvo la mayoría absoluta de los votos emitidos, razón por la cual le correspondió a la Asamblea Legislativa decidir la designación del triunfador. Se escogió, por unanimidad, al Ingeniero Araujo, designándolo presidente electo de la república.
La inauguración del periodo presidencial es el primero de marzo del mismo año y en esta fecha, en su discurso de toma de posesión el Ingeniero Araujo reitera una vez más su oposición al comunismo. El nuevo gobierno encuentra a un país golpeado frontalmente por la crisis económica mundial. La calidad de país exportador de un solo producto principal, el café, a los mercados imperialistas, ya por ese tiempo hacia altamente vulnerable la economía salvadoreña, puesto que quedaba sometida a la crisis económica periódica del sistema capitalista.

Inspirado en sus experiencias obtenidas en Inglaterra, el ingeniero Arturo Araujo funda el Partido Laborista Salvadoreño y divide así la lucha social del pueblo. Ideológicamente le imprime una débil tendencia reformista, que logra atraer engañadamente a algunos sectores de la pequeña burguesía, principalmente de los propietarios y obreros artesanales de la ciudad y de grandes núcleos de los sectores campesinos y de obreros agrícolas, pues aunque era considerado reformador, Araujo era anticomunista y reaccionario, como ya Martí lo había dicho en más de alguna ocasión.

En manifiesto suscrito por el candidato presidencial, Ingeniero Araujo y publicado el siete de enero de 1931 puede leerse; "No quiero terminar este manifiesto, sin dejar una constancia más de mis ideas de respeto a los derechos y creencias ajenas, que me hacen militar en el Partido Laborista, el único partido de ideología definida que puede oponerse al comunismo".

La oligarquía, afectada por la crisis, sometía a las masas obreras y campesinas a una tremenda explotación. Los salarios en las actividades agrícolas llegaron a ser hasta de veinte centavos diarios (algo así como ochenta centavos de dólar) por jornadas mayores de ocho horas y trabajos verdaderamente agotadores. En el campo no corría la moneda, sino piezas, llamadas "fichas", acuñadas por cada hacendado a fin de que sólo pudieran circular dentro del radio del latifundio. Había en cada hacienda o explotación agrícola la denominada tienda de raya en donde los trabajadores obligatoriamente compraban sus víveres, artículos para vestirse y otros objetos. Ningún trabajador que tuviera deudas pendientes podía dejar de trabajar o irse a otra parte, y cuando moría insolvente, la deuda pasaba , "como herencia" a sus hijos. Los colonos que vivían en calidad de sami-siervos pagaban hasta el agua que utilizaban para sus necesidades vitales. El peso de la crisis, en pocas palabras, era descargado sobre las magras espaldas del pueblo. Todas estas circunstancias, unidas al hecho de que entre las masas campesinas de algunas zonas se guardaba aún el recuerdo de que sus ancestros habían sido dueños de la tierra bajo el régimen de propiedad comunal, destruido hacia algunos cincuenta años por gobiernos antipopulares, para favorecer a gamonales y altos funcionarios, condicionaban el ascenso impetuoso de la lucha en el campo, en pos de diversas reivindicaciones, en cuyo centro se hallaba la reforma agraria.

Esto explica, en parte, por qué en la zona occidental del país las masas de campesinos proletarios y semi-proletarios vieron en la Federación Regional de Trabajadores a su organización. "La Regional" logra en 1930, en el lapso de escasos tres meses, organizar sindicalmente a 80,000 trabajadores agrícolas. El primero de mayo de ese mismo año, Día Internacional de los Trabajadores, desfilan en la capital, San Salvador, muchos miles de personas, en una población citadina que no llegaba a 90,000 habitantes. En esta lucha política, en la cual participaban seis organizaciones electoreras, el Partido Comunista de El Salvador, sin permanecer expectante, decidió no favorecer a nadie con el voto de las organizaciones de masas, optando por la abstención, aunque procediendo al desenmascaramiento de la demagogia del laborismo.

El Ingeniero Araujo al inaugurar su periodo presidencial lo primero que hizo fue olvidarse completamente de las promesas hechas en su propaganda electoral. De manera que, en corto tiempo, el presiente Araujo, sin ningún apoyo y sin brújula, se ve acosado desde diversas direcciones: la oligarquía latifundista, recelosa de las tendencias reformistas del nuevo gobernante, a quien seguían calificando de "comunista", le niega todo tipo de colaboración; la intelectualidad, que había apoyado en las elecciones al doctor Enrique Córdova, las masas que le habían otorgado su voto al laborismo, fueron prontamente presas del más profundo de los desengaños; las fuerzas revolucionarias, dirigidas por el Partido Comunista y "La Regional", le disparaban, sin darle cuartel, todas las baterías de sus criticas. Arturo Araujo tenia el poder, pero no mandaba, ni gobernaba. Sin dotes de organizador y sin facultades de dirigente, acompañado de elementos oportunistas, desacreditados e incapaces, el gobierno acabó de sumir los negocios públicos en la anarquía. El atraso de salarios de los trabajadores al servicio del Estado prosiguió al mismo ritmo que durante la administración anterior. Se debía planillas atrasadas hasta en tres y cuatro meses.
Acosado por la crisis, el gobierno de Araujo, creyó oportuno contratar un empréstito extranjero. En cuanto se tuvo conocimiento público del proyecto, la oposición encontró un motivo común de unidad de acción. Las manifestaciones no se hicieron esperar. Escenarios de desfiles masivos fueron San Salvador y otras ciudades importantes del país.
Además , el odio al imperialismo norteamericano era profundo, Entre las agresiones de la época estaba la de la marinería yanqui al pueblo nicaragüense. De tal forma que la contratación de un nuevo empréstito hacia que se concentraran en un solo punto la más disimiles tendencias políticas: oportunistas, unas; patrióticas otras.
Frente a la formidable agitación, caracterizada por sus ordenados desfiles silenciosos, el gobierno decretó el estado de sitio en julio de 1931. Entre las garantías constitucionales suspendidas se hallaban la de libertad de prensa. El ingeniero Araujo se deslizó hacia la represión popular.
Las huelgas de trabajadores agrícolas, que habían venido sucediéndose desde 1930, prosiguieron de diversas haciendas en el año de 1931. Tales movimientos fueron siempre reprimidos con violencia. La Guardia Nacional, brazo armado de la oligarquía para defender sus intereses en el campo, operaban sin ninguna contemplación y sanguinariamente, como obedeciendo a un premeditado plan, sembrando el odio general y una abrasante sed de venganza entre las masas campesinas. En santa Tecla a fines de febrero una demostración que se organizaba para protestar contra el destierro de Agustín Farabundo Martí fue masacrada. Saldo: ocho muertos y quince heridos y más de ochenta obreros y campesinos arrestados.

La Confederación Sindical Latinoamericana acordó que el 20 de marzo seria el "Día Continental de los Desocupados", en nuestro país, La Regional tomó a su cargo la celebración de actos de protestas contra la falta de empleo y convocó a una manifestación que se protagonizaría en el Parque Libertad (entonces Parque Dueñas). Se instaba, en hoja suelta que circulara. a que se exigiera pan y trabajo, el seguro social para los desocupados, por cuenta del Estado y de los patronos, comprendiendo una cuota para los sin trabajo y sus familias.
La fuerza pública impidió la demostración empleando para ello grandes contingentes armados; y pese al claro objetivo de la convocatoria de los organizadores, la prensa decia al dia siguiente que "grupos comunistas habían tratado de alterar el orden".

MARTI ENCARCELADO

A raíz de este suceso, Martí es detenido a principios de abril por la policía nacional, encerrándosele en la Penitenciaria Central. Se le sometió a juicio en un tribunal común, bajo la acusación de "ser agitador comunista y principal instigador de la manifestación comunista que fracasó el 20 de marzo' (De una crónica de "La Prensa", 10/IV/31.
En su declaración de indiciado, rendida ante el Juez Segundo de Primera Instancia de lo Criminal, doctor Lucilo Villalta, Martí dijo que en la Constitución democrática liberal que regia al país no estaba previsto el delito de que se le acusaba y que, por lo tanto, pretendía aplicársele leyes de excepción.
En varias ciudades del país se organizaron mítines en pro de la libertad del líder preso. El gobierno expresó su decisión de reprimir con mano de hierro las manifestaciones comunistas que estaban llevándose a cabo.
Interpuesto un recurso de "habeas corpus". el Juez Ejecutor decreta la libertad de Martí el 23 de abril, resolución a la que se le da cumplimiento. Sin embargo, Martí se hallaría unos días después nuevamente en la cárcel bajo la acusación de injurias al presidente de la república.
En crónica de "La Prensa" (11/V/31), se decía:
"Marti se declaró en huelga de hambre... hace seis días que se niega a tomar alimentos. El famoso lider se encuentra detenido en la penitenciaria central por injurias al señor presidente de la república, se halla en huelga de hambre desde el martes, de modo que tiene seis dias de no querer alimentarse no obstante las repetidas invitaciones que se le han hecho para que abandone su determinación".
La agitación en torno a la libertad de Farabundo cobra mucho cuerpo en escala nacional. En el seno de la Asamblea Legislativa se levanta la voz del diputado José Mejía pidiendo la excarcelación del detenido y exhortando a que se permitieran las reuniones políticas sin cortapisas artificiosas.

Después de dos semanas de huelga de hambre, Martí es trasladado al Hospital Rosales el día 18 de mayo. Largas colas de gente de nuestro pueblo se hicieron a las puertas de ese centro de salud, en espera del turno para manifestar su simpatía por el líder.
Finalmente, después de veintisiete días de huelga de hambre, el gobierno se vio obligado a decretar la libertad, mediante una amnistía acordada por la Asamblea Legislativa.
En Sonsonate, el 17 de mayo, cuando en todo el pais se desarrollaba una gran movilización que tenia por objetivo lograr no sólo la libertad, sino salvar la vida de Martí, quien se encontraba en su segunda huelga de hambre, a la que hemos aludido, obreros y campesinos realizaron una manifestación.
Las fuerzas represivas dispararon a la multitud matando a tres obreros e hiriendo a veinticinco personas. Fueron arrestadas más de 65 personas.
Cuanto más duros eran los golpes contra el pueblo, más ardía su ansia de revancha. Esto hacia muy difícil la aplicación de una línea orientadora correcta de parte de los líderes revolucionarios, por cuanto la masa después de cada golpe recibido más anhelaba que llegada el día del desquite y poder hacerse justicia con su propia mano. No pocas fueron las voces en que cuadros dirigentes de las organizaciones de masas fueron objetadas airadamente cuando trataron de calmar los ánimos y orientar la lucha.
El 22 de septiembre de 1931, grupos de trabajadores de la hacienda "Asunchillo" no muy lejos de la capital, reclamaron por la violación de sus derechos. El propietario llamó a destacamentos de la Policía y Guardia Nacionales, los cuales, sin ningún aviso, masacraron a los inermes reclamantes. La cosecha sangrienta fue de quince trabajadores muertos y treinta y tres heridos, entre hombres, mujeres y niños. Agustín Farabundo Martí, frente a ese crimen, en su calidad de Representante del Socorro Rojo Internacional e Ismael Hernández en su calidad de Secretario General del Comité Ejecutivo del mismo, se apersonaron ante el presidente Araujo, para protestar en forma enérgica, lo cual motivó que se le encarcelara y se le sometiera al proceso penal, al que ya nos referimos. Para celebrar la libertad de Martí. se realizaron grandes concentraciones en diversos puntos del país.
En estas circunstancias, según datos fehacientes, el presidente Araujo conversa con Martí, instándole a que renunciara a sus ideas o hiciera causa común con el Partido Laborista, y le ofrece, al mismo tiempo, un cargo dentro del gobierno. La conversación fue infructuosa. Pocos días después Martí fue capturado nuevamente y desterrado una vez más a Guatemala, en donde permaneció pocos días.

ARAUJO DERROCADO

Aquel año, El Salvador presenta una administración corrupta, una sociedad en crisis, un pueblo descontento y una economía casi en quiebra, derivada de los bajos precios internacionales del café y de los efectos de la Gran Depresión estadounidense de 1929. El 2 de diciembre de 1931, el corrupto e incapaz régimen del Partido Laborista, encabezado por el ingeniero Araujo, fue derrocado. El dos de diciembre de 1931, nueve meses después de inaugurado su periodo presidencial, el ingeniero Arturo Araujo es derrocado por un golpe cuartelario comandado por un grupo de oficiales y sargentos, quienes, para cubrir las formalidades, adujeron que su acción se basaba en el derecho de Insurrección reconocido expresamente por la Constitución Política. El depuesto presidente huye y se asila en Guatemala.
Desde el mes de agosto de 1931, sin embozos de ninguna clase, se hablaba insistentemente de un posible levantamiento. El golpe cuartelario fue cuidadosamente preparado por oficiales de baja graduación y clases, tras de quienes se hallaba, según todas las circunstancias, una dirección intelectual suprema. Explotaron magistralmente el retraso en el pago de los sueldos de la oficialidad y tropa. Esta motivación, que minó la lealtad de la gente de tropa hacia el gobierno era apenas un pretexto para derrocar al ingeniero Araujo. La causa fundamental que impulsaba la conspiración anti-araujista fue la existencia de una situación revolucionaria.

La caída del ingeniero Araujo no sólo no recibe la menor censura de nadie, sino que, al contrario, es aplaudida unánimemente por todos los sectores. El 12 de diciembre, diez dias después del golpe cuartelario, salía el primer número de "La Estrella Roja" órgano periodístico del "Grupo Marxista de la Universidad de El Salvador" y del " Grupo de la Revolución Universitaria". Aparecían como responsables de la publicación, los camaradas Alfonso Luna y Mario Zapata.
En el articulo de fondo, titulado "Las enseñanzas de un fracaso", el periódico calificaba al cuartelazo como "movimiento generoso y legitimo de la juventud militar", lanzaba una virulenta critica contra el presidente derrocado a quien sólo le señalaba su incapacidad manifiesta para el cargo, y expresaba: "Cae Araujo en medio de regocijo general. No hay un solo sector que deplore su fracaso. Hasta sus propios partidarios empiezan a darle la espalda. Todos han aceptado complacidos el golpe militar". En este comentario se refleja la línea que adoptara frente al suceso el Partido Comunista. Este, si bien se percató de la inminencia del golpe cuartelario, no hizo nada por denunciarlo.


En efecto, la oligarquía no hallaba la forma de seguir gobernando; sus fuerzas, en la práctica, estaban divididas; el poder político era extraordinariamente débil, privaba el descontento, la incertidumbre y la desorientación. Las masas por su lado, eran poseídas de un elevado espíritu de combate. A sus organizaciones, en las que predominaba el campesinado y el trabajador agrícola, les resultaba difícil controlar y orientar concretamente la acción. Las masas del campo habían llegado a un estado de desesperación tal, que aún los lideres más queridos no podían encauzar correctamente las variadas muestras de espontaneidad que afloraban día a día.
Frente a esta situación enmarcada en una profunda crisis económica mundial, los golpistas aparecían, tarde o temprano, ante los ojos de la oligarquía como "los salvadores de la patria", que habrían impedido "el caos y la anarquía". Sin embargo, no era una tarea muy fácil para ellos, porque las masas expectantes ante el cambio de gobierno, podrían impedir la protagonización de su papel contrarrevolucionario en el momento que observaran un rumbo peor al que ya sabía sido dado por el gobierno de ingeniero Araujo. Contando sin duda alguna con esta circunstancia de peso, fue que los conspiradores formaron un "Consejo de Oficiales, Soldados, Obreros y Campesinos". La táctica adoptada, contemplaba el evitar todo choque o rozamiento con las fuerzas populares. Por lo tanto, en público, no se expresaba ninguna actitud anti-comununista.
No debe descontarse que la eminencia gris y la oficialidad que maniobraba contra el gobierno tenían hambre de poder. La situación histórica del país, permitiría al ejército surgir como fuerza decisiva en el futuro. Ya no sería más una institución obediente, sino también deliberante. La obediencia quedaría para los rangoso inferiores, la deliberación para los superiores.
Una vez ausente de la capital el presidente Araujo, el "Consejo de Oficiales, Soldados, Obreros y Campesinos", acuerda su primera disposición: formar un "Directorio Militar" que asumió el gobierno de facto.
El Directorio Militar, en vista del "abandono" de la presidencia de la república de parte del ingeniero Araujo, seguido de su salida del país sin el permiso legislativo correspondiente, entregó la primera magistratura al vicepresidente, general Maximiliano Hernández Martínez.

Retrocedamos un poco y recordemos cómo es que logró Martínez llegar a vice-presidente de la república.
El general Martínez había logrado formar, con motivo de las últimas elecciones presidenciales, el "Partido Nacional Republicano", raquítico grupo electorero sin ningún arrastre popular, caracterizado por ser el más pequeño de todos. Sin embargo, tenía a su favor el apoyo de la oficialidad del ejército, pues Martínez gozaba de gran prestigio. Este hecho fue la razón fundamental y causa decisiva para que el ingeniero Araujo se decidiera a formar un pacto con el general Martínez, ya que no resulta difícil deducir que el candidato del laborismo buscaba el apoyo de las fuerzas armadas.
Tras el escudo de sus costumbres ascéticas y de la teosofía que profesaba fanáticamente, el general Martínez ocultaba irrefrenables anhelos de poder, cuyos límites estuvieron librados sólo a su inapelable potestad. Martí, en más de una oportunidad, consideró que este militar era inescrupuloso y sanguinario, y que estaba dispuesto a usar, en la primera oportunidad que se presentara, las armas para dar un baño de sangre sin precedente, con tal de aniquilar el movimiento de masas. De manera que el golpe cuartelario, que permite su ascenso a la presidencia de la república, le allana el camino para poner en práctica sus planes añejos de defensor feroz de los intereses de la oligarquía. Sin embargo, ésta n o estuvo de parte de Martínez desde el siguiente día del golpe. El apoyo que la oligarquía le prestó a Martínez no llegó sino en los días de la insurrección armada de enero de 1932
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