10/12/10

29 AÑOS CLAMANDO JUSTICIA.

Era una fresca y seca tarde otoñal del 11 de Diciembre de 1981, cuando el Batallón Atalcatl, (el "mejor" de las Fuerzas Armadas gubernamentales) bajo el mando del tristemente célebre y ya fallecido Coronel, Domingo Monterroza, penetró en el caserío el Mozote, municipio de Minguera, para cometer la más grande masacre contra población civil, en los doce años que duró la guerra.

Cerca de las 7:00 p.m. del día 11, el batallón militar, que ya era conocido por su crueldad en los operativos de búsqueda, a los pocos minutos de controlar el pequeño asentamiento humano, obligó a sus habitantes a permanecer en sus casas y proporcionarles datos, para elaborar un macabro censo. Un par de horas después y luego de haber vagamente contado a la mayoría de las personas, todos los hombres mayores de 18 años, violentamente fueron sacados de sus casas y llevados a la iglesia principal, quedando solo mujeres y niños encerrados en las humildes viviendas.

Un helicóptero que simultáneamente aterrizaba a esa misma hora cerca de la plaza principal, presagiaba que lo sucedido no era una simple operación de cateo militar. Del helicóptero se bajaron, Monterroza, y otros tres oficiales de alto mando, para corroborar que la misión planificada semanas antes, con el apoyo de los USA, estaba siendo efectivamente ejecutada.

Aún de madrugada, y cuando el helicóptero se disponía a abandonar el Mozote, en grupos de 5, vendados y atados de pies y manos, fueron ejecutados los primeros hombres afuera de la iglesia. Los que no morían al instante eran decapitados con enormes machetes; la masacre masculina terminaría poco después del medio día.

Las mujeres correrían con la misma suerte: " los soldados luego de matar a los hombres, nos sacaron a las mujeres más jóvenes, formándonos igual que ellos en grupos de 5, para luego fusilarnos. La Fuerza Armada, usó con nosotras también el machete, pero lo hicieron más con las mujeres agonizantes.

Como a las cinco de la tarde me sacaron a mí, yo no quería aflojar a mis hijos, yo los apretaba, pero entre dos soldados fueron quitados de mis brazos; los mandaron por allá, y luego a mi me metieron a la fila. Al ver que me quitaron a mis hijos agarré coraje. Luego me quisieron quitar mi escapulario, pero no dejé, total sabía que iban a matar, pero no me lo quitaron. Por haber estado peleando (discutiendo) con mis hijos, me quedé en último grupo....
Cuando llegué a la casa donde estaban matando a las primeras mujeres, yo vi que las que iban adelante de mi, gritaban, lloraban, y les suplicaban que mejor las mandaran para San Miguel, para Gotera, que las sacaran de ahí, pero que no las mataran. Los soldados no les hicieron caso...

Yo me puse a rezar, a pedirle a Dios que me perdonara. Dije: perdonáme, salváme o sacáme de aquí, pero que se haga tu voluntad, entonces yo me puse a hacer la oración del padre nuestro...En eso estaba, cuando por una discusión de unas mujeres que se resistían a ser ejecutadas, y yo que estaba hincada pidiéndole a la virgen de Guadalupe, gateé y me quedé en medio de unas ramitas, quedándome entre un palito de manzano y una mata de piña....

Ahí estaba escondida, y oía los gritos de mis 4 hijos, cuando los estaban matando. Mamita, mamita Rufina, nos están matando gritaban, yo no hallaba que hacer en medio de esas ramitas”, relató en diversas entrevistas (están debajo de esto) Rufina Amaya, una de las personas sobrevivientes de la masacre, antes de su fallecimiento en noviembre de 2007 por causas naturales.

Las personas masacradas, se estiman  fueron unas  1,200, pero estos datos están pendientes de verificar, ya que antropólogos y forenses argentinos que colaboraron en la exhumación solo han podido comprobar un poco más de 900 osamentas.
El caserío El Mozote, que se encuentra ubicado al norte del oriental departamento de Morazán, en 1981 tenía unos 1,300 habitantes, de los cuales, un 60% eran menores de 18 años, y un 65% de estos, oscilaban con edades entre 1 y 12 años. Mas del 55% de la población era del sexo femenino.
Rufina, que se trasladaría luego a Honduras, pasó escondida bajo el palito de manzano, desde las 5:00 de la tarde del día 11 hasta las 7:00 de la mañana del siguiente día. Por descuido del ejército, finalmente logró escapar, refugiándose los primeros días en otras aldeas, hasta que fue encontrada por una tropa guerrillera, que la acobijó mientras la sacaban del país.
A 29 años del genocidio, los culpables todavía andan impunemente por ahí, la ley de amnistía  impuesta por Félix Cristiani, días antes de salir del gobierno los protege.  Algunos incluso,  son actores políticos;  La mayoría están dentro del partido ARENA, otros en PCN y GANA.
  


Tony Segovia.

1 comentario:

Denis Ortíz dijo...

La verdad de las cosas es que esa masacre realmente fue un hecho indignante, alla por el año 2000 fui de excursion hasta el lugar donde se dio ese hecho, lastima que no se me ocurrio llevar una camara fotografica.

Ojala nuestro sistema educativo se esmerara en enseñar eso a todos los niños para que hechos historicos como ese jamas caigan el el olvido.

Saludos.-