31/12/08

Cuba: legados y desafíos en nuestro 50 aniversario.


A 50 años del 1/1/1959, Cuba combina logros sociales, defensa de la soberanía y promoción de una cultura solidaria,con una participación ciudadana acotada por la estatización de las esferas públicas.

Para “Mayo” y Fernan, amigos irreverentes.
Armando Chaguaceda Para Kaos en la Red
Arena de pasiones encontradas, mitos ideológicos y conquistas sociales, Cuba conmemorará en unos días el medio siglo del histórico triunfo revolucionario de 1959. Y lo hace ataviada con realidadescontrastantes. La isla es el único país de América Latina cumplidor de las metas del Milenio de la o­nU, cuenta con la mortalidad infantil más baja del hemisferio (7 por cada 1000 nacidos vivos) y una expectativa de vida de 78 años, posee un 99% de los niños escolarizados, la mitad de su población entre 18 y 25 años está incorporada a la educación superior y todos existen una cobertura de salud y seguridad social universales. Los niveles de desigualdad son acotados y se apoya a las regiones y familias vulnerables, con un control estatal de los recursos naturales y económicos fundamentales, que permite diseñar y aplicar políticas de desarrollo relativamente autóctonas. La psicología y cultura popular nacionales reivindican valores como la equidad, solidaridad, la dignidad y el espíritu emprendedor; reforzados en su mayoría por políticas de la Revolución.
Sin embargo, la isla también enfrenta desafíos mayúsculos: desde hace 30 años no garantiza su reemplazo poblacional de largo plazo, y desde el 2006 la población cubana decrece[ii] y envejece ante el efecto combinado de la baja natalidad (hija del alto nivel educativo), la buena cobertura médica, el peso de las dificultades económicas y una migración con énfasis en jóvenes calificados. Existe un 20% de pobreza urbana y una extensión del subconsumo; pulula una amplia economía informal y elirrespeto de una legalidad frecuentemente interpretada como ilegitima por una ciudadanía carente de cultura jurídica.El interés de institucionalizar los procesos choca con el hasta ahora amplio ejercicio discrecional dedecisiones ejecutivas y la (con)fusión entre el Partido Comunista de Cuba (PCC), el Estado y el Gobierno; con una cultura de gestión política centralizada y verticalista, que ha estimulado poco el desarrollo efectivo de los poderes populares locales y restringido funciones ministeriales. Mientras que al gobierno de los Estados Unidos se le percibe como amenaza histórica a la independencia nacional, la sociedad gringa aparece como horizonte de vida deseable para cantidades significativas de personas.
Durante el período que va de agosto de 2006 a febrero de 2008 fue efectuado sin sobresalto el relevo de liderazgo, las funciones de mando fueron repartidas y el presidente Raúl Castro impulsó un fortalecimiento de la institucionalidad, dirigido por el Partido. Los cambios son particularmente necesarios para un70% de los 11 millones de cubanos nacido después de 1959, con énfasis en los tres millones de habitantes menores de 20 años, para los que la crisis material y sus efectos morales constituye “su vida y visión del socialismo”. El saldo de la etapa se expresó en un conjunto de decisiones puntuales: el ajuste de las inversiones de la "Batalla de Ideas"[iii]; el pago de deudas estatales a campesinos privados y la elevación hasta en un 250% de los precios "de acopio" que paga el Estado por la leche y carne producidas por aquellos; cierta flexibilización de la política aduanera para permitir la importación individual de artículos electrodomésticos. Y se produjo el anuncio de una añorada reforma salarial que eliminaría los topes a los ingresos devengados, estimulando el desempeño personal.
Durante la etapa se emprendieron algunas inversiones industriales (petroquímica), se rehabilitaron acueductos y viales, se acometieron cruciales obras hidráulicas en las provincias orientales, afectadas por la sequía. También se impulsó la producción y comercio territoriales de hortalizas y leche, hubo un sensible mejoramiento del transporte público en la capitaly cierta recuperación en sector de la salud, la gastronomía y el comercio. Sin embargo continuó restringida la oferta de la libreta de racionamiento (válida para cubrir por 15 días[iv] las necesidades básicas de alimentación), se mantuvo el estancamiento de losingresos personales reales (cada familia destina actualmente a la alimentación casi el 80 %de sus ingresos personales), mientras el modesto incremento salarial de fines del 2005 fue reducido por el aumento de la tarifa de electricidad para el ahorro energético.
Aunque algunas demandas populares (fin de restricciones a viajes al exterior de los ciudadanos, más espacio a iniciativa personal, etc.) siguen durmiendo el sueño de los justos, se han levantadoprohibiciones relativas al acceso a los hoteles; al servicio de comunicación celular y a la venta de varios tipos de bienes de consumo demandados por segmentos solventes de la sociedad. Desde diversas ópticas estas “aperturas” han sido frecuentemente valoradas desde enfoques polares (apuesta de la libertad personal con énfasis en derecho formal versus defensa de una equidad social anclada en la capacidad efectiva de realizar el consumo) revelando la necesidad de un marco de creación y ejercicio de derecho con participación ciudadana y del control de acciones discrecionales del funcionariado. Ya que tanto unperfeccionamiento democrático del socialismo, como la defensa de los intereses populares ante una potencial restauración capitalista (dirigida porsegmentos de la tecnoburocracia), supondría el impulso a formas de contraloría social, rendición de cuentas y creación de interfaces “sociedad civil-estado” donde la primera no sea mera correa de transmisión de las decisiones del segundo.
En la dimensión exterior, la necesaria y promisoria orientación latinoamericanista recibe hoy impulsos con la continua condena al bloqueo yanqui, la entrada cubana al Grupo de Río, y el espaldarazo del gobierno brasileño (con incremento del comercio, el crédito y las inversiones) simbólicamente sancionado con la invitación de Lula a Raúl para una visita a tierras cariocas. La normalización migratoria con México, y las mejoradas relaciones con Argentina y Colombia, parecen apuntar a una dirección positiva. Sin embargo, el acercamiento Cuba-A. Latina confronta varios escollos fundamentales. Las dificultades internas de los aliados (conflicto de autonomías en Bolivia, disputa electoral en Nicaragua, fortalecimiento de la oposición en Venezuela); las presiones de la actual crisis económica mundial; y el hecho de que los nuevosgobiernos «progresistas» de la región hablan un lenguaje diferente del discurso y cultura política oficiales cubanas, son algunos de ellos.
Afortunadamente, existe en el liderazgo un consenso en la necesidad perentoria de sacar adelante la economía y aumentar la producción de alimentos.[v] Estas, y otras medidas de beneficio popular (construcción de vivienda, aumento de pensiones- limitadas en su aplicación y expansión ante las demandas acumuladas y los factores demográficos ya señalados-, y cese de prohibiciones absurdas) pueden mejorar el entorno donde se ejerce la gobernabilidad, y rebajar la presión social. Pero no bastan para reconstruir el monopolio estatal de asignación de recursos, valores y movilidad social de décadas pasadas, mientras las prácticas generalizadas de ilegalidad vinculadas a economías de sobrevivencia minan los fundamentos morales y la base material del poder.
La actual coyuntura es sin dudas un espacio de retos y oportunidades, siempre influidos por las contingencias. Como plantea un destacado politólogo cubano “En la burocracia uno se puede encontrar personas más propensas y menos propensas al cambio, pero dentro de la burocracia en posiciones de poder hay un sector recalcitrante, que no querría ceder un ápice de poder, descentralizar, darle más participación a la gente en las decisiones.[vi] Obviamente, con un liderazgo histórico en declive, los gobernantes tendrán que desarrollar nuevos mecanismos de movilización y participación política, es decir, tendrán que establecer nuevas “reglas del juego” para lograr consenso y manejar los conflictos internos. La pregunta entonces será si se radicalizarán estrategias ancladas en visiones conservadoras de “los valores históricos de la Revolución”; si se emprenderán reformas económicas al estilo chino o vietnamita; o si se reinventa, participativamente, el socialismo cubano.
El reto más subversivo, difícil y urgente es garantizar la continuidad sostenible de las grandes promesas de la Revolución (soberanía nacional, desarrollo autóctono, justicia social) imbricándolas con mayores cotas de protagonismo popular y reconocimiento de la pluralidad. Ello implica, como acertadamente dice Rafael Hernández, director de la prestigiosa revista Temas “(…) abordar problemas de fondo, entre ellos: ampliar las formas de propiedad de los medios de producción para incluir la propiedad social y privada, fortalecer la hoy deficiente participación de los ciudadanos en las decisiones de gobierno y en el control de las políticas públicas y rearticular el consenso político en torno a un nuevo modelo de socialismo (…)” y sobre todo aceptar que “(…)En el socialismo, el diálogo entre los dirigentes y la opinión pública, y los cambios derivados de éste deberían ser parte de la política normal, no una campaña o una consigna para ciertas etapas de crisis. Que el proyecto socialista se renueve depende en buena medida de esa capacidad del liderazgo para interactuar con un pueblo educado, gracias a la revolución, y que por eso mismo tiene su propio criterio.”[vii]
Preservar un conjunto de conquistas de la Revolución, destacándose la noción de derechos sociales efectivos, universales y asimilados cómo responsabilidad estatal,junto a la aspiración a una creciente participación política de sujetos populares, son condiciones para desplegar unademocracia socialista. En Cuba, ello supone la necesidad de superar la fragmentación asociativa generada desde la institucionalidad estatal, el fomento de espacios autónomos de organización popular, la reactivación y resignificación de las organizaciones de masas (reorientando su misión social), el impulso a las formas de democracia laboral, descentralización y gestión participativa de lo local, y una real democratización de las instituciones y organizaciones políticas capaz de frenar el fortalecimiento burocrático.[viii] Pero estemos alerta: aquellos que apostamos por una reforma radical dentro de la institucionalidad revolucionaria podemos ser rebasados por las coyunturas si las demoras de transformación generan movimientos pendulares hacia posturas neoliberales, concitando el potencial apoyo de franjas de la poblaciónque llevan subconsumiendo casi 20 años, de cara al influjo erosionador de la propaganda de Miami. A fin de cuenta, dentro del campo de tendencias socialistas coexisten tanto reformistas light, tecnocráticos y funcionales a los burócratas conservadores, como posturas excesivamente antiestatistas que desconocen que el sujeto real del cambio (la población) como la complejidad de desafíos de un país como el nuestro (pobre y acosado por el imperialismo) no pueden afrontarse sin un estado compacto, eficiente y funcional, pero también socialmente controlado e ideológicamente comprometido con fuerzas socialistas de auténtica raigambre popular.
Los cambios en curso (y los esperados) supondrían también el despliegue de un modelo de desarrollo agrícola ecológicamente virtuoso, integrador de factores productivos, sociales y culturales, que reconozca preferencia a las formas socialistas y no meramente las estatales. Junto a ello la complementariedad de modalidades de propiedad y gestión cooperativas, populares, comunitarias y privadas, y la conformación de redes económicas territoriales que sustenten un desarrollo local armónico y centrado en las necesidades ciudadanas.
El legado es tan grande cómo los desafíos. Respecto a esta relaciónno encuentro palabras más precisas y hermosas que las que escribiera el colega Mario Castillo quién, en un texto lamentablemente inédito afirmó “La Revolución convirtió en cultura política de nuestro país la idea de que los humildes, los nietos de lavanderas y carpinteros, de cañeros cansados y sirvientas, delimpiabotas y costureras, de maestras sin trabajo y estibadores, somos los protagonistas de nuestras vidas, que el mundo pasa por nuestras manos y que nosotros contamos en todo lo referido a el (…)la Revolución para que rectifique su sentido originario debe dejar de ser el manto glorioso que cubre al estado cubano y volver a ser el escenario donde descubrimos una vez que éramos los protagonistas no asalariados, auténticos y fecundos, del drama de nuestra historia”. Fin de la cita. A fin de cuentas, el socialismo cubano, vencido el reto de la sobrevivencia, tiene ante sí la enorme responsabilidad de revitalizarse, cómo esperanza para la gente de a pie, tanto dentro como fuera de la heroica y hermosa isla caribeña.

1 comentario:

Anónimo dijo...

deberian de tener pena de poner esto esa isla es el infierno no dejaremso que esto pase aqui ais que no se imagines que ya ganaron esto claro que nooo asi que presente por la patria y muerte a funes